El
23 de junio se celebra en Venezuela el Natalicio de Cristóbal Mendoza hijo de Luis
Bernardo Hurtado de Mendoza y Gertrudis Eulalia Montilla. Durante su infancia
recibió una excelente educación en su ciudad natal. A los 16 años marcha a
Caracas para estudiar en la Universidad, donde cursa el bachillerato en artes
(filosofía) hasta 1791, y luego alcanza los grados de licenciado y maestro
(1793). Posteriormente, viaja a la isla de Santo Domingo, donde en 1794 obtiene
el título de doctor en derecho civil y canónico. De regreso en Venezuela,
vuelve a su ciudad natal, donde trabaja en el bufete del abogado Antonio
Nicolás Briceño.
Luego
pasa a Mérida, donde practica la abogacía con los letrados Juan Marimón y
Henríquez e Hipólito Elías González en 1795; ese mismo año, por corto tiempo,
ejerce la docencia como profesor de filosofía en el colegio seminario de San
Buenaventura de Mérida. A fines de 1796, se halla en Barinas realizando otras
prácticas de su profesión legal al lado de los abogados Faustino de la Plaza y
Manuel Antonio Valcarce Pimentel. El 10 de julio de este año la Real Audiencia
de Caracas le confiere el título de abogado, profesión que ejercerá en diversas
poblaciones. El primer lugar donde se instala es Barinas, donde contrae
matrimonio con Juana Briceño Méndez Mendoza. En su honor se celebra en nuestro país el Día del Abogado.
Origen del Día del Abogado
Origen del Día del Abogado
Mario
Briceño Perozo, en su libro "La Poesía y el Derecho" habla del origen
del Día del Abogado: "Del siglo XIII arranca la historia del santo bretón
Ives Hélory, a quien en el mundo católico se le conoce como San Yvón y cuyo día
se festeja el 19 de mayo. Fue abogado y se caracterizó por su honestidad, su
sapiencia, su espíritu de servicio, su amor a la humanidad, su desprendimiento
y el celo con que defendió a los pobres. De la protección de los huérfanos, a
las viudas, a los menesterosos y a todos los que en él buscaban consuelo y
amparo, se derivó un apostolado sin precedentes, asignándosele el congnomento
enaltecedor de Abogado de los pobres. En el medioevo se difundió profusamente
la curiosa secuencia:
"Sanctus
Ivo erat brito,
advocatus
et non latro,
res
miranda populo",
que unos tradujeron:
"San Ivón era bretón,
abogado y no ladrón:
¡cosa maravillosa para el pueblo!".
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